¿Por qué tengo antojos?
Fresas o mermelada... ¡No puedo resistirme! Tengo muchos antojos y ganas de comer, aunque a veces se me revuelve el estómago. ¿Por qué me pasa esto durante mi embarazo?
Todas las mujeres embarazadas pueden dar fe de haber experimentado ganas reales, prácticamente irresistibles, de comer. Algunas teorías afirman que puede ser el modo en que el organismo satisface sus necesidades y evita las carencias. Así, un antojo de carne roja durante el embarazo reflejaría una carencia de hierro, un antojo de chocolate, una necesidad de magnesio… La idea es seductora, pero son más bien las hormonas (¡para variar!) las que según parece siembran la cizaña en nuestros hábitos alimentarios.
Cuestión de hormonas
Aunque son imprescindibles para asegurar el buen desarrollo del embarazo y los intercambios entre la placenta y el feto, las hormonas suelen jugar malas pasadas. Alteran el olfato y el gusto por el aumento de la concentración de estrógenos, con lo que puede darte por devorar alimentos que antes aborrecías o por marearte ante olores de lo más normales. No te preocupes, ¡en muchos casos, este estado desaparece después del primer trimestre!
Parece ser que las punzadas de hambre son una manera de prevenir la hipoglucemia, trastorno al que están más predispuestas las mujeres durante el embarazo. Quizás son un mecanismo que refleja una necesidad acrecentada de atención por parte de la futura madre. Resumiendo: ¡a día de hoy, las causas de las ganas de comer, los antojos y las aversiones del embarazo todavía son un misterio!
¿Cómo lidiar con los antojos y las punzadas de hambre?
¡Puedes permitirte puntualmente ceder a los antojos! No reviste mayor importancia si mantienes una alimentación variada y equilibrada, si no abusas de los alimentos demasiado ricos en azúcares o grasas, si tu curva de peso permanece normal y si no estas picoteando cada dos por tres.
Para contrarrestar los antojos del embarazo, la mejor solución sigue siendo hacer tres comidas equilibradas al día y permitirse uno o dos tentempiés: a media mañana y a media tarde. Opta por las féculas (cereales integrales, pan integral, legumbres…) que liberan energía de larga duración y sacian bastante. Si estás obligada a controlar el peso, acostúmbrate a reservarte el postre para tomarlo en la merienda, por ejemplo. Y, sobre todo, no te reprimas. No pasa nada por ser golosa y satisfacer esos pequeños caprichos. Dentro de unos límites razonables, ¡evidentemente!
Carlota, madre de Javier, Emma y Jorge:
En mi tercer embarazo, me dio por volver a los orígenes. Sólo me apetecía comer cosas sencillas, tipo puré, jamón, sándwiches de jamón y queso, y pasta con mantequilla (¡ay, qué ricas las sopas de letras de los primeros meses!). Por lo que me encontré preparando los mismos platos para mis hijos y para mí. En la mesa, mi marido nos miraba enternecido, ¡aunque con cierta perplejidad también!
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