¿Será sociable?
Decir "hola", "por favor" y "gracias", esperar su turno, pedir un juguete a un amigo en lugar de quitárselo de las manos, no hurgarse la nariz, etc., son algunos ejemplos de comportamientos que, lejos de ser espontáneos y naturales, deben fomentarse y guiarse. La socialización es un aspecto importante del desarrollo del niño, ya que condiciona la buena integración del futuro adulto en la sociedad. Además, ya sea en la guardería o con una niñera, los niños acabarán rápidamente conviviendo con otros.
¿Guardería o niñera?
Trabajas fuera de casa y te planteas dónde dejar a tu bebé. Puedes optar entre un sistema colectivo y uno individual: ¿guardería o niñera?
En efecto, debes encontrar un sitio donde dejar al niño, pero no pienses que llevarlo a la guardería es sinónimo de éxito en el parvulario, en la escuela primaria y demás. La guardería parece haberse convertido en un sitio deseable, donde el niño va a abrirse y socializarse. Si no has conseguido una plaza en la guardería y debes acudir a una niñera, ¿será tu hijo un niño menos sociable? ¿De qué manera se transforman los bebés en niños sociables en la guardería o con una niñera?
La comunidad de los bebés
Has conseguido una plaza en la guardería, cosa nada fácil. Estás encantada de saber que tu bebé estará en compañía de los hijos de tus vecinos, a los que todavía no conoces. Tu bebé pasará allí 8-10 horas al día durante unos tres años, a cargo de un equipo de profesionales.
Eso te tranquiliza, porque, aunque queramos, no es fácil dejar a tu niño con otras personas. Tu hijo ocupará su sitio en la guardería, un sitio en el que compartirá las personas que se encargan de él. Esto no impide que pueda tener preferencia por un auxiliar en particular, pero va a tener que acomodarse a numerosos intrusos que, como él, pasan el día en la guardería. No será como en casa, donde el niño recibe todas las atenciones. Y tú te preguntas: para un bebé, ¿es tan interesante la guardería? Los bebés tienen a menudo ritmos y necesidades muy diferentes. Como se despiertan hacia la misma hora por la mañana, se duermen casi todos al mismo tiempo, es decir, una hora después de llegar a la guardería. A partir de las 11 h, se dan los biberones a medida que los niños se despiertan. Dos horas más tarde, vuelven a dormirse. Estarán todos juntos, estirados sobre colchonetas. Realmente parecen orugas, y la visión del grupo durmiendo boca arriba o boca abajo es desconcertante. Una se pregunta si su hijo es humano y si no estaría mejor en los brazos de una niñera o de paseo por el parque sentado en su carrito. Puede que, a fuerza de observarlo atentamente por el rabillo del ojo, el niño pase de dormir boca arriba a hacerlo boca abajo...
Pequeños camaleones ...
En el momento de la comida, entre los bebés que ya se han despertado, se da prioridad a los bebés que lloran más. Unos meses más tarde, cuando los bebés rondan los diez meses... ¡todos se ponen a llorar al mismo tiempo! Ya han captado que lo que cuenta es hacerse oír. El pequeño Matías, de 14 meses, se ha dado cuenta de que su cuidadora se lava las manos antes de cambiarle el pañal, y para demostrárselo hace ver que se lava las manos utilizando el pañal como toalla. Estar con niños mayores es algo estimulante. Las comidas son también una oportunidad para observar a sus compañeros y demostrar que está listo para beber del vaso o comer solo.
Entre los medianos (entre 15 meses y 2 años), la comunicación no verbal incluye la mordedura (alrededor de los 16 meses), sobre todo en las mejillas, que puede ir desde un beso apasionado hasta provocar sangre. ¡Y todo por apoderarse de un juguete! Y también, hacia los 18 meses, aparecen los arañazos. Para evitar que los encuentros entre niños no acaben como en las peleas de gatos, los adultos tenemos que explicar las veces que haga falta a estas pequeñas fieras que hay que compartir, dar y recibir.
Tu hijo va a hacer amigos. ¿Será un niño sociable?
Antes de los dos años, los niños comparten el mismo espacio, se desplazan de manera imprevisible por el aula, chocan el uno con el otro y pueden llegar a jugar a un mismo juego, como el de los cubos, en el que intercambian piezas hasta que uno decide de golpe dejar de jugar. Se marcha sin más, sin avisar, quién sabe dónde. El resto continúa como si nada, absortos en su actividad. Pueden mostrar curiosidad por los demás, codiciar el juguete del otro o querer meterle el dedo en el ojo al vecino, pero no están realmente preocupados por entablar una relación particular. Y no es que sean unos estirados o tengan el corazón de piedra, es que son demasiado pequeños para la amistad. Tranquila, tu hijo ya tiene amigos, pero en el círculo de personas que se ocupa de él.
A partir de los dos años, empezarán a decir "¿Jugamos?" y jugarán juntos, elegirán a sus compañeros de juego y se darán la mano.
Niños solitarios
Algunos niños no se hacen al grupo. Prefieren jugar solos, rechazan sistemáticamente las actividades conjuntas y comen lentamente. Con la idea de hacer siempre lo mejor por nuestros hijos, muchas madres de niños solitarios les rogarán que se sumen al grupo y se diviertan en él. Y todo el mundo dirá que la guardería es el lugar ideal. Sin embargo, es posible que los niños que tienen este temperamento, y que necesitan tiempo para adaptarse al grupo estén mejor con una niñera, donde el número de niños no suele ser mayor de tres. El ambiente es más calmado y el nivel de ruido, mucho menor, por lo que el niño se cansa menos.
La escuela de la vida
Independientemente de si escoges un modo de cuidado colectivo o individual, el parvulario no queda lejos y tu hijo ya tendrá tiempo de socializarse. A partir de estas primeras experiencias, aprenderá las reglas de la vida en sociedad, encontrará su manera de ser con la gente, descubrirá que los desconocidos no tienen por qué ser monstruos y sentirá empatía por los demás.
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