Los hidratos de carbono
Los hidratos de carbono o glúcidos en el embarazo son imprescindibles, ya que aportan energía. ¡Infórmate de qué alimentos son apropiados para ti e intégralos correctamente en tu alimentación diaria!
¿Para qué sirven los hidratos de carbono en el embarazo?
Los hidratos de carbono, junto con las grasas, son los principales suministradores de energía para tu bebé y para ti. Una cantidad insuficiente de éstos puede provocar sensación de extenuación, cansancio y punzadas de hambre durante todo el embarazo.
Durante el segundo y el tercer trimestre, las necesidades de insulina se duplican o incluso triplican por la influencia de las hormonas, que generan una cierta resistencia. Sin embargo, la insulina desempeña un papel fundamental; es la que permite al cuerpo utilizar los hidratos de carbono, principalmente transformándolos para almacenarlos en la masa grasa, y así mantener la glucemia en un nivel normal. Cuando el páncreas no puede producir esta demanda extra de insulina, se desencadena una diabetes que sólo dura el tiempo del embarazo: la diabetes gestacional o gravídica. La mujer que la padece debe someterse a una dieta especial.
En la dieta…
Existen dos clases de hidratos de carbono:
Los hidratos de carbono simples, que el organismo absorbe con bastante rapidez y están en productos de sabor dulce: azúcar, miel*, mermeladas, chocolate, caramelos, pasteles y frutas…
Los hidratos de carbono complejos. Dentro de esta categoría, no todos los alimentos son iguales. Son los alimentos feculentos (pasta, arroz, patata…), los cereales (trigo, trigo bulgur…) y las legumbres (lentejas, alubias pintas, garbanzos…).
Trucos prácticos
Da preferencia a los hidratos de carbono complejos como las legumbres y los cereales, que te aportan una energía duradera. Los hidratos de carbono deberían constituir el 50- 60 % del aporte calórico diario. Además, no hay que olvidarse de la fibra. Intenta tomar el pan y los cereales integrales e incluyéndolos en diferentes momentos del día. He aquí algunos ejemplos que te aportarán la energía de calidad que necesitas:
En el desayuno: pan integral o cereales integrales o tostadas con aceite y tomate y/o jamón o queso+ 1 lácteo + 1 fruta y 1 infusión o café (suave o descafeinado).
En la comida: ensalada + pasta, arroz, legumbres o patatas + carne o pescado o huevo + guarnición de verdura + fruta + infusión o café (suave o descafeinado).
En la merienda: galletas o cereales + 1 lácteo + 1 fruta.
En la cena: sopa o verdura + carne o pescado o huevo (dependiendo de lo que se haya comido, intentar alternar) con ensalada de guarnición+ fruta y/o lácteo + infusión.
El consumo de productos dulces debe ser más bien moderado, al final de las comidas, por placer. O puntualmente, si experimentas una sensación de mareo.
Distribuye el consumo de glúcidos a lo largo de todo el día. Para evitar la fatiga, los mareos y el picoteo, no te olvides de tomarlos por la mañana.
"Desde que estoy embarazada, me apetecen los dulces: galletas, chocolate, caramelos, mermelada… ¡me he vuelto una golosa! ¿Es grave, doctor?"
La opinión del experto: Es muy normal, tu gasto energético ha aumentado, lo que sumado al trabajo de las hormonas provoca repetidos ataques de hambre. Si no tienes problemas de salud, ¡date un capricho de vez en cuando con tu postre preferido! Y acaba las demás comidas con una fruta o queso fresco con fruta y miel* para endulzarlo. Permítete una porción de chocolate con el café, cómete unas galletas en la merienda… Verás que se trata de hallar el equilibrio entre darse el gusto y mantener la moderación. Sí, sí, ¡puede hacerse!
¿Sabías que…? No todas las diferentes fuentes de proteínas aportan la misma calidad de materias grasas. ¿Las mejores? Las omega 3 que intervienen en el desarrollo cerebral del feto y permiten prevenir los síntomas de la depresión post parto. Están presentes principalmente en el pescado azul: caballa, sardina, atún, salmón…
*La miel juega un papel crucial en el desarrollo del gusto, especialmente en las primeras etapas de la vida, ya que introduce a los bebés a una gama diversa de sabores y ayuda a formar su paladar.
Sin embargo, la miel puede contener bacterias que pueden causar botulismo infantil. Por lo tanto, la miel no debe introducirse antes de los 12 meses de edad, a menos que las esporas de Clostridium botulinum hayan sido inactivadas mediante un tratamiento adecuado de alta presión y alta temperatura, como se utiliza en la industria.
Cada vez que se utiliza miel en nuestros productos, esta pasa por un tratamiento validado externamente que garantiza que nuestros productos sean seguros para consumir.
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