¿Y si no quiere comer?
La escena te suena. Es adorable, con sus ojos angelicales. Balbucea sin parar, siempre con una sonrisa de oreja a oreja: tu pequeño es perfecto. Y, de repente, todo cambia. Te mira fijamente, se burla de ti, te planta cara. Apenas tiene un año, pero ejerce su poder con una tiranía que no has visto jamás. Sus ojos son ahora negros como el carbón y, lo peor, su boca está cerrada a cal y canto, impenetrable como la caja fuerte de un banco suizo. ¡Tu bebé deja de comer!
¿Qué hacer cuando un niño no come?
Es entonces, cuando pones sobre la mesa mil y un trucos...
- Hacer el avión.
- Contar la historia del pequeño pez que abre su boquita o la variante del pequeño pájaro que abre el pico.
- Hacerle reír: toda una mamá convertida en chimpancé y profiriendo gritos tan agudos como ridículos...
- Cambiar el calabacín por fideos y después los fideos por petits suisses.
- Que lo intente papá, que propone un espectáculo digno del Club de la Comedia, aunque finalmente tire la toalla.
- Prometer que si come crecerá.
- Tratar de despertar su sentido de la familia: “una cucharada para papá”, “una cucharada para la abuela”, “una cucharada para el tío”...
- Hacer dibujos con la pasta o con el queso rallado sobre la pasta.
- Reclamar la intervención del hijo mayor, de cuatro años: lo intenta con la bomba voladora, el tren de ketchup, la explosión de plátano...
No ha comido ni un pedacito. No te desesperes y confía en tu pequeño.
Después de limpiar la cocina, desolada tras las sucesivas tentativas de darle de comer, vuelves sobre tus pasos y recuperas los principios básicos: confía en tu bebé, comerá cuando tenga hambre, regula sus necesidades alimentarias a lo largo del día y no en una comida concreta, su curva de crecimiento es buena, etc.
Y entonces, de repente, te entra un antojo irresistible de chocolate, de helado o de algún capricho dulce. Sin duda, un curioso fenómeno que sólo tiene lugar entre madre e hijo. Te comerías diez veces lo que tu pequeño ha sido incapaz de comer, aunque es algo imposible que le lleguen a él por teletransporte mágico.
Esta boquita cerrada prepara sus primeras palabras... ¡que sin duda serán “mamá”!
Si buscas en el diccionario, verás que la palabra mamá (y también la palabra mater, origen latino de “madre”) está compuesta por una minúscula sílaba, MA, procedente de mama, del pecho: ma, ma... Desde tiempos inmemoriales, todos los humanos han empezado a hablar pronunciando esta onomatopeya. Una onomatopeya de succión, según los lingüistas.Ma... ma-ma... mamá...
¿Se entiende ahora por qué este rechazo es tan difícil de aceptar para la madre que todas las mujeres llevan dentro? Es como si el bebé rechazara a su propia madre: tú, su comida preferida, su alimento más preciado. Tú, su mamá, que ahora rechaza.
Esta noche, olvídate un poco de lo que tanto te preocupa y piensa más en lo que está a punto de suceder. En unos pocos meses (y este momento ya se está preparando dentro de su boquita cerrada) se producirá el momento tan esperado y empezará por fin a hablar. Déjate llevar por este sueño tan ansiado y piensa en la primera palabra que pronunciará... ¡No puede ser otra que “mamá”!
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