Protección reforzada
Sabes cómo proteger a tu bebe por instinto: lo abrazas fuerte para tranquilizarlo o lo abrigas cuando hace frío. Ahora bien, nunca podrás protegerlo del todo. Afortunadamente, para luchar contra los dichosos microbios, también cuenta con sus defensas naturales.
SISTEMA INMUNITARIO: Su sistema inmunitario se está construyendo. Cuando nace, el sistema inmunitario del bebé no está desarrollado aún. Durante el embarazo, ha vivido en un entorno estéril (el vientre materno), se ha aprovechado de la protección de su mamá y su flora intestinal prácticamente no existe.
Afortunadamente, en los primeros meses de vida cuenta con los anticuerpos de mamá, transmitidos en el útero durante el embarazo, que le protegen contra los gérmenes y los virus. Es lo que se denomina la inmunidad pasiva.
La lactancia prolonga esos beneficios al contribuir al desarrollo de una flora intestinal rica en BL que constituye una de las primeras protecciones naturales del bebé.
Obviamente, el bebé también va a desarrollar su propio sistema inmunitario. Éste alcanzará la madurez plena hacia los 4 años.
UNA AYUDITA: A partir de los 6 meses, puede que necesite una ayudita. La diversificación alimentaria puede ser un momento complicado para el pequeño. La introducción de nuevos alimentos implica, efectivamente, una modificación de su flora intestinal. Se hace más vulnerable y puede que aparezcan algunos trastornos digestivos.
También es la edad en la que el bebé empieza a tocarlo todo y a querer llevárselo todo a la boca. Sus contactos con el mundo exterior aumentan. Descubre en ocasiones las alegrías de la vida en colectividad donde todo se comparte... incluso los virus. Todas ellas son buenas razones para ofrecerle un guardaespaldas personal que refuerce su protección.
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