La fiebre en bebés
El cuerpo mantiene una temperatura más o menos estable, entre los 35-37ºC, mediante una zona del cerebro (que llamamos centro termorregulador). En ocasiones este equilibrio se altera por distintos motivos, se desajusta y la temperatura tiende a elevarse. Si aumenta por encima de 38ºC en la axila hablamos de fiebre.
La fiebre es una respuesta o mecanismo que ayuda al cuerpo a combatir los microorganismos que causan infecciones, como son por ejemplo los virus que intentan invadirnos. En otras ocasiones, la fiebre puede ser una respuesta del sistema inmunológico a otro tipo de desajuste, nervioso, una inflamación o incluso por exceso de calor (insolación) o por sed.
La fiebre en bebés y niños es más habitual que en adultos. Típicamente nos damos cuenta que la temperatura del niño se eleva por encima de lo normal (hasta 37,5ºC) porque le notamos más apagado, o más enrojecido, con la cara a veces encendida y respira más rápido. A menudo, la fiebre en bebés y niños provoca que estén sedientos pero desganados y cansados e irritables. A ratos tienen calor y otros tienen frío y tiritonas.
La fiebre se relaciona generalmente con una estimulación del sistema inmunológico del organismo, permitiéndole, tal vez estar menos receptivo para los microbios pero una temperatura muy elevada coloca al organismo en situación de estrés que requiere cuidados y contacto con el pediatra.
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