Estimulación, como antídoto a la sobreprotección infantil
Estimular al bebé puede ser una buena forma de evitar la sobreprotección. Teniendo la estimulación como telón de fondo, y sabiendo que es tarea crucial para su desarrollo, podemos acallar a esa otra voz que duda y nos asalta con miedos.
La investigación demuestra que en un contexto positivo y favorecedor se produce una activación del Hipocampo, órgano crucial en la formación de la memoria y el aprendizaje.
Esto quiere decir que es importante irlo animando a hacer cosas que ya pueda aunque requieran un poco de esfuerzo, en vez de sobreprotegerlo porque le ayudará a irse superando y fijará aprendizajes, que serán las bases de futuros avances.
Recuerda que la estimulación debe hacerse desde una perspectiva positiva y optimista:
- En vez de ten cuidado que eso pincha, mejor, mira vamos a buscar otra rama bonita.
- En lugar de te vas a hacer daño, bájate, mejor, vaya qué alto has subido, si quieres ayuda para bajar te doy la mano.
- En vez de, ya lo coge mamá a ver si te vas a caer, mejor, eres muy valiente, has conseguido la galleta que habías visto desde abajo
Es lógico que algunas frases de las anteriores, te asalten repentinamente, sobre todo si te has despistado un momento y al volver la cabeza le ves haciendo algo que no esperabas.
Pero evita decirlas en alto y evita en lo posible las miradas “de susto”. Trata de mantener una mirada directa, de confianza, incluso una sonrisa.
Y simplemente aplaudir el logro si lo consiguió (coger la galleta que estaba en lo alto de una encimera, subirse a una silla…) y si no lo consiguió decirle algo del tipo: ¿quieres probar otra vez?
Veamos otro ejemplo: una bebé de 11 meses, ha encontrado una sillita a su lado e intenta agarrarla para ponerse de pie. La mamá ve que detrás hay una mesa con un borde, y probablemente y como aun anda probando, se dará con la mesa. La sugerencia sería que mire directamente a la bebé sonriéndola y diciéndole: “venga, campeona, claro que si, ¡arriba!”, mientras discretamente y sin apartar la mirada de la niña que necesita ese apoyo visual, ha retirado un poco la mesa.
Piensa en aquel profesor que recuerdes con más cariño y con el que más aprendiste. Recuerda cómo te estimulaba, reforzaba y animaba a dar más de ti. Seguramente tú tenías dudas de si realmente la redacción era buena o podías hacer aquella prueba. Recuerda cómo ese profesor, que debía percibir tu miedo a fallar y tus dudas, te apoyaba a que te superaras y te esforzaras un poco más.
Mantén esa idea en la cabeza y adelante, ¡estímula a tu bebé!, aún cuando veas que le cuesta un poco o le frustra que algo no le salga. Anímale de forma positiva a seguir intentándolo.
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