¿Cómo vestir a mi bebé?
¡El momento está cerca! Pero... ¿Cómo tendré que vestir a mi bebé? ¿Qué es la ropa de la canastilla? ¿Ropa blanca o de color? ¿Las mamás de antes tenían en cuenta esto? ¡Quiero tener todo a punto para darle la bienvenida como se merece!
Además de tu ropa de premamá, ahora toca pensar en la ropa de tu bebé. En una de las revisiones médicas, una enfermera o tu comadrona te dio la lista de lo que has de llevar al hospital. La has releído diez veces y después has telefoneado a todas tus amigas mamás para que te la tradujeran al lenguaje corriente. Y ahí es cuando aún se complica más: "Ni se te ocurra comprar la talla 0"; "No le cojas la talla de un mes"; "Compra sólo talla de tres meses"; "Nada de lana"; "Nada sintético"…
Quizá te presten ropa, pero será inevitable que tú o tu familia sucumbáis un buen día a la tentación de las compras. De regreso a casa, ya con el botín sobre la cama, te emocionas ante ese pijamita minúsculo, esos bodies en miniatura, ese gorrito de ratoncillo. Y de pronto lo ves a él, a tu bebé, tan tierno con su ropita.
Desde luego, tiene suerte, de que no le enfundarán en la fama que a modo de coraza ha oprimido a generaciones enteras. Durante siglos, el recién nacido se embutía en paños, con las piernas estiradas y los brazos pegados al cuerpo, fijados mediante vendas que lo inmovilizaban por completo. La cabeza permanecía bien erguida con un gorro apretado que le impedía girarla. Esta práctica se debía a la preocupación por mantener calientes a los bebés y protegerlos de las enfermedades, y sobre todo a la creencia de que era necesario fortalecer su cuerpo, todavía blando y poco formado, para que creciera bien. Debido a sus miembros encogidos, su cabeza colgante y su espalda flexible, se consideraba al recién nacido como un ser inacabado al que, para que adquiriera el aspecto de un humano, había que modelar y enderezar. No fue hasta el siglo XVIII cuando algunos médicos alzaron la voz contra esta práctica y, lenta pero inexorablemente, se puso en marcha el movimiento de liberación de los bebés. Se iniciaba el camino hacia la fantástica ropa de canastilla.
El colorido para los bebés: una iniciativa reciente
Los bebés de antaño no podían vestir de colores, y sus prendas se confeccionaban con tejidos de tonos neutros. Solamente contaban con cintas y galones rojos por ser éste el color de la sangre y de la vida y esos accesorios, símbolos destinados a proteger una primera infancia frágil.
Cuando aparece la ropa de canastilla, en el siglo XIX, ésta adopta los códigos de la ropa femenina. En las fotos de antes (aquellas de color sepia), todos los bebés, fueran niños o niñas, vestían largos faldones de encaje de color blanco. De hecho, muchos niños lucían melenita y lazos, igual que las niñas. Pero tras el reinado del blanco, el color de la inocencia, llegaron los años 30 y con ellos, el triunfo del rosa y el azul. Además, empezaron a confeccionarse prendas de punto para los bebés, suaves y cómodas, como las camisolas y los peleles. ¿Te imaginas el revuelo que se armó cuando, en 1957, la princesa Grace de Mónaco vistió a su hija Carolina, recién nacida, de color amarillo paja?
Vestir al bebé es también protegerlo
Ahora, preparar la canastilla del bebé o decidir cómo vestir al recién nacido parece un tema de apariencia y comodidad, más que de otra cosa. Pero hay mamás que no olvidan aquella mantita fetiche que arropó a varios miembros de la familia. Algunas, incluso, heredan ropita para sus hijos que su propia madre tejió hace 30 años. Impregnadas de recuerdos, protectoras, las prendas de bebé no siempre responden a la moda ni a lo efímero.
¿Sabías que, en Bolivia, las madres tejen para cada niño la faja? Es un cinturón de lana que sujeta los pañales del bebé y tiene colores escogidos: rojo para la fortuna y verde para la abundancia de las cosechas y la fertilidad. La faja que protege sostiene y fortalece el cuerpo, es un objeto único y personal que acompaña al individuo desde su nacimiento hasta su muerte. Los adolescentes la llevan alrededor de la cintura, los hombres se la enrollan en el abdomen cuando realizan tareas pesadas y las mujeres jóvenes se la ciñen sobre el vientre cuando están embarazadas.
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